Humor con Joyas….

Este texto pertenece a un gran joyero :Jesús Yanes, no me ha dejado indiferente y he decidido compartirlo con vosotros, brutal, no os parece???

Boda de Alberto de Mónaco

Princesa de Mónaco
Charlene dejó de ser Charlene
Sí recordais  mi anterior entrada «Charlene Wittstock de sirena a princesa»  del pasado 2 de junio, allí ponderaba la belleza, elegancia, sencillez, saber estar y el acierto siempre de las joyas de esta joven mujer, y como vislumbraba en estas virtudes los signos inequívocos de una gran señora.
Charlene era una gran mujer, se lo creyó y lucho por ello, esto fue mas que evidente, pero…  se traicionó a si misma (al no coger ese avión).
Me ha costado mucho encontrar buenas fotos de la novia (quiero decir fotos en las que la novia la viéramos radiante). El vestido me pareció imponente, pero una vez más no ha sido suficiente para que deslumbrara una novia espectacular. ¿Sería la falta de joyas?  (he procurado omitir las fotos más vistas en el cuche y os pido que me mandéis si encontráis alguna en la que merezca la pena).
A menudo me habéis oído comentar que las joyas son exacto reflejo del estado y la personalidad de la mujer, y… ¿qué me decís de esta ocasión?

Charlene Wittstock

Vestirse es una necesidad a la que estamos acostumbrados y para la que conocemos su código de cada momento. Engalanarse con joyas es una opción muy personal; no necesariamente exigida socialmente (como el vestido), a la que no estamos tan acostumbrados, no conocemos exactamente sus códigos y no solemos andar tan holgados de alternativas.
En estas circunstancias es muy fácil caer en el recurso de… «hoy sin joyas», sin darnos cuenta que son justamente estos detalles del vestir los que marcan la diferencia entre una mujer y otra, e inconscientemente, entre un estado de ánimo y otro.
El problema de esta novia (triste) no han sido las no joyas, sin duda, pero este vacío clamoroso si es un refrendo categórico del estado de ánimo que ha reflejado su semblante.
No quiero terminar con Charlene sin apuntar un detalle más: En la segunda foto que os traigo ¿qué veis? ¿Una modelo de pasarela, o a una princesa de Mónaco?. Las joyas marcan la diferencia entre una modelo y una mujer vestida.
Aunque mi oficio es comentar joyas y no bodas, ¿de que nos sirven las joyas, grandes o pequeñas, si no nos ayudan a ser un poco más felices y a poner un granito mas de arena en este difícil camino de la vida?. Por esto simplemente diré que este A2M me parece un esperpento total, todo un disparate. No tratéis de imitarle, es el anti-glam!
Adiós Mónaco. En la retina siempre conservaré a la Princesa Grace.
Los Invitados:
… 
La fiesta nocturna.
La verdad venía dispuesto y con ilusión a comentar las joyas de los invitados y de la fiesta nocturna, pero… disculparme, toda esta boda me produce desazón, tristeza y decepción.

Ya he comentado lo decepcionado que me encuentro con la boda de esta joven que llego a ilusionarme, sin darme cuenta, sin llegar a comprender con quien se estaba casando. El tiempo pone a cada uno en su sitio y Charlene, ya lo he dicho, debió haber cogido ese avión. (Ver Boda de Alberto de Mónaco (1))
Boda Alberto de Mónaco,  Foto de Familia 
(me excedo en el tamaño de la foto porque a A2M le gustará seguro)
Vamos a lo nuestro que son las joyas de la boda, pero antes… decirme una cosa: 
si os invitan a una boda así ¿iríais?

Si vuestra respuesta es sí, mejor dejar de leer este blog, no estamos hechos el uno para el otro.

Si vuestra respuesta ha sido no, podéis continuar. Celebro con entusiasmo no haber visto a Felipe en la boda. Ignoro si es que no le invitaron, o si dijo la verdad al justificar su indisposición (sé de buena tinta que tenía un musete esa tarde), pero cualquier diplomática mentirilla hubiera sido mejor que irse a Mónaco de boda ese día.


En fin, si veo a alguno de mis lector@s en su boda subido a una escalinata semejante, me corto las venas.
Alberto de Mónaco y Charlene Wittstock
Algo mejor fue lo de la tarta, ¡qué tiernos los novios!
Aunque debe ser por el buen recuerdo que tengo de la boda de Juanita, mi tata de toda la vida, que se caso en los salones Paris de Madrid allá por el 78. 

Mantengo indeleble la imagen de todos los invitados, en penumbra y bengala en ristre entonando el  “chico excelente” antes del obligado“que se besen, que se besen”. Estos novios son el vivo recuerdo de Juanita y Paco.

Incluso me han contado que Alberto tuvo que cambiarse su flamante traje de almirante de la armada, porque unos amigotes le arrebataron la corbata para subastarla en trocitos, tal y como mandan los cánones nupciales de toda la vida.
Afortunadamente A2M, previsor el, tenia listo su traje de «cena de gala del capitán», como si del romántico crucero del «Love Boat» en puerto Vallarta se tratara.

Estoy deseando ver el video de la boda y las fotos del viaje de novios.

El desfile de tiaras.

Lo mejor de la boda fue poder ver estas esplendidas joyas. No puedo decir lo mismo de las dignas damas portadoras, porque no se que me pasa con esta boda pero todo me resulta… (¿patético?) Debe ser la simpatía que le tengo al A2M.

Matilde de Bélgica

Vamos allá con las tiaras.

Verdaderamente un desfile de alta joyería, y yo que me quejo habitualmente de la falta de joyas, tengo que decir que aquí me he empachado.
La cuestión es que cuando las grandes joyas no suponen refinamiento entonces son una horterada del quince. Quiero decir al igual que no llevar joyas es como ir de modelo de pasarela de Valentino, ir cargada hasta las trancas es lo mismo, pero de pasarela de Chaumet, eso que lo de Matilde todavía tiene pase.

Y lo curioso de esta boda es que no había una princesa espectacular. Mira que es guapa la Máxima, la Madalena, la Matilde o la Marie, pero en esta boda iban todas bastante repollo.

Camila de Borbon
Madalena de Suecia
Para mi la amiga de A2M se llevo el premio.
Camila: o chupi tiara o chupi collar, pero ambos no, aunque la consigna de esta boda fuera: «vamos a darles un repasito a los Windsor y enseñarles como son las bodas con  glamour»
Camila de Borbón llevaba un collar muy adecuado a su escote, pero «eso» que se planto en la cabezaera como una corona de espinas.
La tiara de Madalena es de las más finas y elegantes que se dejan ver por el cuche, pero la joven y guapa princesa sueca tampoco tuvo su día, ( ni su peluqero, !como le quedaba la tiara!).
El collar con ese escote, la diadema y los pendientes le iban como «a un cristo dos pistolas», que despropósito.

Si no fuera porque conocemos la mayoría de la tiaras, podríamos asegurar sin temor a equivocarnos que en la puerta de palacio había un peluquero y un puesto de tiaras para entrar en la boda. Sería conveniente incluir en los cursos de peluqería un modulo para colocar tiaras.
Marie de Dinamarca que es una mujer elegante y razonablemente discreta. Ya iba bien con sus pendientes de brillantes largos para su escote, y una diadema estrecha hubiera redondeado su elegante imagen, pero como había que disfrazarse con diadema pues hala!
Lo de la Princesa de Kent me ha dado pie a lo del puesto de diademas en la puerta de palacio, es muy fuerte ¿no? 
Marie de Dinamarca

    

Marie-Christine Von Reibnitz, Princesa de Kent
Maxima de Holanda
Sabeís que Máxima me cae bien, pero es verdad o no que necesitan mejor peluquero. En cualquier caso también hay tiaras de invierno y de verano, mas ligeras, mas frescas las de verano, mas importantes y recargadas la de invierno. No es una cuestión que yo diga, es una cuestión que lo pide la propia imagen del vestido, la mujer y las circunstancias, y estas mujeres a las que no les faltan joyas deberian tenerlo bien en cuenta.
El collar para ese escote perfecto!

Máxima a me da pie para otra cosa: Todo no vale para todo. La imagen elegida hay que respetarla en todo momento, si voy de princesa no puedo ir de joven ye-ye.

No me imagino a estas princesas encopetadas con diamantes haciendo la conga o bailando la macarena, y si de pronto la veo en la fila levantando la patita a ritmo de conga la princesa se convierte en cenicienta.

Lo cuento por las novias en las bodas, que llegada la hora del baile se desmelenan a bailar desaforadamente, copa en ristre, descalzas y a disfrutar de la fiesta. No, la fiesta es para los invitados, la cogorza también y la novia tiene que ser novia desde la llegada a la iglesia hasta la puerta de la alcoba nupcial.

Margarita de Borbón decidió, con buen criterio, que no estaba dispuesta a seguir las excentricidades monagascas y paso de tiara, pero como no lee mi blog no se percató de los peligros del palabra de honor…

Margarita de Borbon

Qué bien le hubieran ido a esos labios rojos, mi colgante de rubí hasta la comisura del escote, hubiera triunfado! 

Mette-Marit
Mette-Marit…

Dejo para el final lo mejor aunque con ligero sabor amargo. ¿porqué? La culpa es de mi amigo A2M.

Carlota Casiraghi


Pero niña… tú no necesitas esos pendientes.

 Sed Buenos!
Texto original : JSS YANES
Sencillamente brutal no os parece??
¡Qué paseís un buen día de lunes! #odioloslunes!

unbaberoparamama.es

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