Conversaciones con un extraño

Él le dio los buenos días mientras iba pasando uno a uno los artículos de su carro (esta vez iba casi vacío, pero ella quería sorprender a su enamorado con una nueva receta).

Ella le contestó efusivamente con otro buenos días, pero esta vez lo acompañó de un “¿qué tal está?

A él debió sorprenderle mucho la efusividad de aquella señora (sí, señora) y le dijo que no llevaba un día tan bueno como ella, que ya le gustaría estar así de feliz y estar al otro lado del cajero.

Ella por un instante se desconcertó…”¿sería posible que este buen hombre no valorase la suerte que tiene de trabajar?” así que sin pensarlo mucho se lo soltó.

Le empezó a hablar de la suerte que tiene él de tener un trabajo y poder llevar un sueldo a casa a finales de mes, que las cosas están realmente complicadas y que hay que valorar cada trabajo, porque todos y cada uno de ellos son importantes. No utilizó un tono prepotente, ni de sabelotodo, ni muchísimo menos. Simplemente quería hacerle ver que aunque quizá ese trabajo le horrorizase, debía sertirse realmente orgulloso de ello, hacía más feliz a las personas que iban a hacer la compra (a veces contentos, otras veces, aburridos cual monas pero claro, hay que comer), y que no importaba el cargo siempre que se dejase la piel en ello.

Él comprendió perfectamente a que se refería esa señora, que a pesar de lo que aquel joven hombre pensaba, estaba teniendo un mal día (como puede tenerlo cualquiera, no lo olvidemos nunca)

Y así, sin haberse dado cuenta, habían pasado unos agradables 5 minutos, charlando con extraños, que por dedicar un minutito de sus vidas, consiguieron sonreirse el uno al otro y saber, que en esta vida, es mejor mirar hacia arriba y hablar con esa persona que tan amablemente te está atendiendo y dejar la tecnología de lado, que ese whatsapp puede esperar y ni que decir de las notificaciones de Ig.

Así es, esa soy yo, y él, una cajero encantador de uno de mis supermercados favoritos. Gracias desconocido por amenizar mi mañana y hacerme sonreir.

Gracias por enseñarme la dureza de tu situación y que a pesar de las circunstancias aceptastes un trabajo que jamás pensaste que harías, pero que esas 4 bocas que tienes en casa hay que alimentarlas y que sabes con certeza que vendrán tiempos mejores.

Me enseñaste mucho, realmente mucho. Quizás sea momento de olvidar mi trabajo soñado y empezar con lo que la vida me depare, quien sabe, quizás no sea tan malo como imagine, y con suerte, la vida me premie por ello.

@martalopezbravo

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