Hoy es una buena mañana…
Me he despertado sólo una vez, pero ni he mirado el reloj y me he dicho a mí misma “No, tranquila, sigue descansando todos lo hacen” y me volví a dormir sin ningún tipo de demora.
Me e vuelto a despertar y esta vez ya noto que era mi hora de levantarme. No sé que me pasa, pero estoy como antes del confinamiento, entre semana a las 7am, en pie, incluso algún minuto antes, ya que a esa hora es cuando me sonaba la alarma para comenzar el día, y que no llegase tarde Casilda al colegio.
Pero no pasa nada, no me quejo, porque mi costumbre de cada semana continúa y me gusta ver que hay cosas que siguen igual que antes de que todo esto sucediese.
Estoy en la cocina, y me dispongo a hacerme un café (dejo la cápsula dentro de la taza porque van muchas mañanas que me hago el café sin cápsula y si os ha pasado, entenderéis el ascazo que da dar el primer trago y que te sepa a agua sucia…) Así que no, no se me ha olvidado poner la cápsula. Ya ha terminado ese ruido mañanero que hace una Nespresso cada vez que te haces un café. Cojo mi taza, ah no! Que no la he puesto “¡buen trabajo Marta!” así que una cápsula perdida y un café que no me he tomado. Me río, me río de mí misma. Creo que es sanísimo y además es que soy un poco desastre en ciertas cosas, y en hacerme el café está demostrado que lo soy, y lo reconozco. Ya está, segunda cápsula dándome ese café que tanto me gusta de las mañanas.
Bali me esta mirando, y lloriquea un poco, es hora de sacarle me digo a mí misma. Así que me cabo de enfundar el pantalón de chándal, el abrigo encima de mi pijama, y las zapatillas con las que salgo a la calle desde ese día de marzo que decretaron el estado de alarma. Que por cierto el otro día pensé si estas zapatillas las conservaré cuando todo esto pase, e incluso Mr.A me comentó que seguramente, y conociéndome, las tiraría porque me traerían malos recuerdos, y os lo reconozco ¿no harías vosotras lo mismo?, pero creo que lo más sensato es no hacerlo, ya que de este modo cuando me las ponga para ir al campo con Bali a nuestros paseos diarios, las miraré y pensaré, “Acuérdate de que cada segundo de todo lo que has dado por sentado toda tu vida, es algo muy valioso y que se puede ir en un abrir y cerrar de ojos” así que, qué queréis que os diga, pero me quedo con la segunda opción.
Abro la puerta intentando hacer el menor ruido posible, sin mucho éxito porque me he estampado contra el canto de la puerta al salir y la bolsa de basura se me ha caído de golpe al suelo, como cuando un adulto se tira en bomba en una piscina para hacer reír a sus hijos.
Acabo de saludar al conserje de mi urba, es un crack y está limpiando su lugar de trabajo, pues acaba de marcharse el conserje de la noche que por cierto se llama como Mr.A y al cual admiro porque jamás se ha quedado dormido durante su jornada laboral y yo me imagino trabajar de madrugada y creo que dormiría más que nunca, estoy convencida.
No se si os pasa pero cada vez que pongo un pie en la calle intento valorar, y ver todo lo que normalmente no hacía, observar la naturaleza.
Os pinto el cuadro mientras voy andando para que podáis ver lo bonito que es este camino que hago con Bali todos las mañanas, y al cual en ningún momento he dado la mayor importancia, y ni que hablar de si lo valoraba o no, porque ya sabéis la respuesta.
Hay un coche de la Guardia Civil, al que saludo y aplaudo al mismo tiempo, porque hay que ser agradecidos y valoro mucho todo el trabajo que están realizando (y me devuelven el saludo y se que aunque lleven mascarilla, saben que les sonreía y me devuelven la sonrisa). Seguimos andando, tiro la basura y me doy cuenta que está amaneciendo y está el suelo mojado, “ha debido llover por la noche” me digo a mí misma y a Bali que ni me mira porque él ahora está distraído olisqueando el suelo.
Se oye un ruido de fondo, una taladradora, están arreglando algo de las tuberías al otro lado de la carretera y me sorprende que a las 7am estén haciendo semejante ruido pero no me molesta, porque es un ruido que considero de normalidad, no como otros días atrás que sólo escuchaba mi respiración a través de una mascarilla. Que hablando de ello, ¡qué agobio! no se cómo hablar, andar y respirar normal con ella puesta, me falta el aire pero me prohíbo quejarme cunado me acuerdo de todas las personas que están hasta en turnos de más de 10 horas con ella puesta y dando lo mejor de sí mismos.
La verdad que las plantas que veo son preciosas, ni idea de cómo se llaman, pero hay unas moradas que son espectaculares, un color lila que crea un estampado visual que imagino en una prenda, un vestido midi para ser más exactos y pienso que ojalá hiciesen ese vestido cuando todo esto acabe, con botones por delante de madera desgastada, porque me lo compraría sin dudarlo. Me lío, perdonarme, pero es que es precioso.
¡Hola caracol! Sí, cuando llueve hay muchos caracoles por el suelo, y nunca me había dado cuenta, quizás de pequeña sí lo hacía, o no, quien sabe. Y ahí está desplazándose lentamente y me fijo muy mucho en que Bali no le pise y le dejo continuar su camino.
Bali me mira, ya está por hoy (ni 5 minutos señoras), pero desde que le mordieron, justo el día que decretaron el estado de alarma él no quiere andar de más, y con la infección que tiene en el hígado es mejor que no lo fuerce pues necesita mucho reposo, así que media vuelta y a pisar las pisadas que acabamos de dejar marcadas en la arena del camino, para volver a casa.
Estoy intentado abrir la puerta de la forma menos ruidosa posible, peor como siempre, cunado intento hacer algo en silencio, hago un ruido tremendo, y “pam” la correa de Bali directa al suelo, y si con la puerta abierta, ¡que desastre! Pero ya está la luz dada, Casilda se ha debido despertar con el ruido que hice al salir y sí, me asomo y allí está con su peluche de Minnie Mouse en la mano, sentada en la cama, con pelos de loca mirándome, pero le digo que a dormir que es muy pronto y que todavía no hay cole (la clase es online, bueno más bien, asamblea de 15 minutos, porque dudo que aguantase 1 hora frente al ordenador) Se tumba con Minnie, la tapo y a la cocina de vuelta a prepararme el desayuno y a tomarme ese café que me hice antes de sacar a Bali y que se que está frío. Os preguntaréis que porqué no me lo hago cuando vuelvo de pasearle y la respuesta es, que aunque lo haga se me queda frío, siempre se me queda el café frío y estoy más que acostumbrada.
Toca prepararme una tostada de semillas con pasas de Amasa Pan, con tomate espachurrado y pavo del rico, si, del natural cortado muy finito que está de morir (soy más de pavo que de jamón aunque Mr. A no lo entienda), y pienso que es hora de sentarme, poner las noticias y empezar a escribir todo lo que he ido narrando a mi móvil en versión nota de voz que como diría Mr.A es más bien un podcast, y me salta la duda de porqué lo hago. Porqué escribo todo esto y si alguien me leerá, o se sentirá identificada conmigo, pero también pienso que me gusta mucho compartirlo todo y que me apasiona escribir así que me dejo de preguntas internas porque si algo me gusta he decidido que voy a hacerlo, voy a continuar escribiendo porque me entretiene, me gusta compartir y es uno de mis hobbies favoritos, así que no creo que haga ningún mal a nadie.
¿y tú? ¿Cómo estás estos días? ¿Cómo llevas todo esto del confinamiento?
Te deseo lo mejor,
Nos vemos pronto
Gracias por pasarte por aquí,
#MartaLopezBravo
unbaberoparamama.es