Siempre llega la calma…

A veces recuerdo aquellas primeras veces, no importa respecto a qué, pero si que fue de aquella primera vez.

Recuerdo la ilusión, la esperanza, la felicidad y porque no, el miedo.

El terrible miedo que te invade cuando sabes que es algo realmente extraordinario y que no quieres que salga mal o que no sea peor que todas aquellas expectativas que te haces ante algo desconocido, pero que por alguna extraña razón, crees que es algo que te mereces, y en ese preciso instante, en esa bocanada de aire, lo sientes así, dentro de tu corazón, y quieres que perdure por y para siempre.

Hay algo extraño en desear algo muy pero que muy mucho, sin saber el motivo, ya que jamás antes lo hiciste.

Suele ocurrirme desde niña…

…cuando algo me sucede por primera vez machaco mi cabeza pensando si será real o no. Si todo será un sueño y despertaré, y en otras ocasiones, si todo será una terrible pesadilla, y despertaré por fin, de esa tortura. Pero no, la vida a veces es así, te da para que sepas que las cosas se pueden alcanzar, pero que no son eternas.

Eso me pasó hace poco. Y no voy a mentiros, sigo pellizcándome para ver si de esta pesadilla me puedo despertar, pero parece que el tiempo juega en mi contra. Cuanto más tiempo pasa, es cierto que ya no siento esa intensidad de dolor, pero ahí está esa pena, esa tristeza desvanecida que a veces vuelve a mi cabeza sin motivo alguno y sin respetar cualquier cosa que esté haciendo ni con quién estoy en ese momento, va a su aire, como las mariposas que revolotean a sus anchas en los prados, sin importar nada más que la dirección del vuelo que tienen marcada en su rutina diaria.

Imagino que todo aquello que nos duele nos hace más fuertes, eso me dijeron siempre y sí, estoy de acuerdo, cuando algo te duele te hace más fuerte, mucho más de lo que jamás pudiste imaginar. Todo aquello que no comprendemos nos aporta una sabia lección, sólo que la gran mayoría de las veces, las lágrimas nos impiden ver el nuevo camino que nuestra vida ha comenzado y el cual debemos amar y valorar porque es vida, al fin y al cabo.

Llegará el momento que debas secártelas por completo, o por lo menos eso me dicen, porque si no es imposible ver por dónde vas y hacia dónde te encaminas, y el golpetazo puede ser demasiado evidente.

Yo por ahora dejo que broten de madrugada, aunque hay días que amanezco con los ojos empapados pero sigo pudiendo ver el amanecer, disfrutar del buen café, partirme de risa, bailar con una canción… así que ya llegué al equilibrio que tanto he ansiado y que prometo, pensé que no llegaría jamás. Pero claro está, que el tiempo todo lo cura, es cuestión de no impacientarse mientras lo dejas actuar y sanar tus heridas.

Qué razón tenía mi abuelita cuando aquella vez me comentó que las personas que sufren tienen determinadas lágrimas para dicho sufrimiento, y que siempre llega el día en el que o bien el sufrimiento desaparece, o bien aprendes a vivir feliz con él, porque sabes,a ciencia cierta, que es tu gran lección.

(Siempre fuiste muy sabia Abuelita, y en mis mejores y peores momentos, me acuerdo de tus preciadas frases llenas de amor y sabiduría)

Nunca desesperes, cuando venga una gran tormenta a tu vida, asegúrate de comprender que antes o después, siempre siempre llega la calma.

@martalopezbravo

Deja una respuesta